Peter era un niño que vivía en casa con sus padres y su abuelita. En la mañana, todos bajaban y se reunían en el comedor para desayunar juntos en familia. La mesa estaba llena de panecillos, queso, mermelada y jugo de frutas, para compartir entre todos. Como Peter era de pequeña estatura, no alcanzaba a tomar su comida y le pedía a cualquiera de sus familiares que se la alcanzara, olvidando decir por favor. Todos los días era esa la actitud de Peter y en cualquier situación que tuviese que pedir algo, lo hacía sin mencionar las palabras por favor y gracias.
Cuando Peter estaba solo en su habitación, su madre lo aconsejaba que había que ser amable y siempre mencionar las palabras por favor y gracias cuando se quiera alguna cosa o en alguna situación que se tenga que pedir algo a otra persona, pues con eso ganaba mucho y llegaría lejos. Peter la escuchaba sin prestar atención y seguía cometiendo el mismo error.
Un día Peter fue invitado a una fiesta en casa de su amiga Elisa. Al llegar estaban todos los amiguitos de ella jugando, cantando y riendo con las travesuras de las payasitas que animaban la fiesta. Entonces las payasitas hicieron un juego de palabras mágicas que consiste en que los niños tenían que escribir rápidamente sobre un papel, las dos frases que se utilizan cuando se quiere pedir algo y después de recibirlo. Los niños no podían contar con la ayuda de sus padres; los que escribieran las dos frases correctas ganaban entradas para el circo, todos querían ganarse el premio.
Luego de dar instrucciones la payasita contó hasta tres, sonó su pito y todos los niños tomaron lápiz y papel para comenzar a escribir las dos palabras que creían correctas. Entonces Peter se quedó pensando en lo que le decía su madre, sin poder recordar esas dos frases a las que no prestó atención y que necesitaba para ganar esas entradas al circo. La payasita sonó el pito para que los niños entregaran sus palabras y todos colocaron las dos frases correctas, excepto Peter: eso le causó mucha tristeza.
Peter aprendió la lección, prestando atención a su madre cuando le decía que por favor y gracias eran dos frases con las que siempre se ganaba.