Alexander pertenecía a una tribu vikinga con más de 500 años de historia. Su padre era el jefe de la tribu y él, con apenas 14 años de edad, era el heredero. Soportar las bajas temperaturas por casi seis meses en el año no era lo más difícil para la aldea, sino combatir con dragones, quienes eran las bestias que destruían casas, se comían los animales de las haciendas y causaban otros desastres. Así que la tribu tenía un escuadrón que combatía a los dragones.
Por tradición a Alexander, próximo a cumplir los 15 años de edad, le tocaba la iniciación para convertirse en un guerrero; sin embargo, Alexander era un joven diferente a los demás. Mientras todos deseaban empuñar su hacha para defender la aldea, él le apasionaba los dragones de otra manera. Siempre estuvo ligado a la cría de ganado y, cada vez que estos eran sacrificados para convertirlos en comida, se ponía triste. Gatos, perros, caballos, vacas, cerdos y ovejas eran animales domesticables y tranquilos. Sus experiencias con rebeldes solo sucedía con perros, los cuales algunos eran agresivos, pero gracias a un encanto natural los domesticaba.
Alexander tenía la creencia que podía domesticar también a los dragones; sin embargo, para lograr su cometido tenía que convertirse en guerrero dragón para estar cerca de ellos. Cuando comenzó la iniciación para ser guerrero, se notaba sus deficiencias para pelear que compensaba con su inteligencia y estrategia. Los primeros contactos con dragones infantes –los cuales fueron capturados– fue muy emocionante, mientras los demás compañeros se enfocaban en pegarles y evitar sus llamaradas, Alexander quedaba inmóvil analizando su fisionomía. A partir de allí descubrió en donde descansaban estos dragones y en las noches, cuando todos se encontraban dormidos, él iba hacia allá y empezaba a interactuar con ellos.
Se encariñó tanto que los domesticó y en las próximas sesiones sus compañeros no tenían con quien pelear pues los dragones parecían ovejas, ni siquiera se alteraban cuando eran amenazadas. Alexander lo había logrado: domesticó a los dragones.